miércoles, 16 de agosto de 2023

De aventuras y tablas generadoras

Por motivos laborales he tenido que canelar mi dosis semanal de rol. Como buen adicto con síndrome de abstinencia, debo buscar algo que ayude a reducir esta ansiedad rolera. Por ahora un un posteo sencillo creo que me será suficiente.

Estoy muy conforme con mi primer campaña (hecha y derecha) que estoy corriendo, El Enemigo en las Sombras. Adoro que todo esté relacionado y que cualquier rumor pueda contribuir a sucesos posteriores, ni hablemos de tener PNJ generados con todo lo necesario, incluso con información que nunca vas a necesitar. Ahora voy entendiendo un poco los beneficios de una aventura ya elaborada, solo demanda una lectura con atención y listo, gran parte de la tarea ya está hecha.

 Por si se necesita un percherón
Pero, debo admitir que aún disfruto enormemente de las partidas “improvisadas”, el tirar en un par de tablas generadoras y luego jugar a ver que pasa. Puede que sea por usar esta modalidad por años (los culpo a ustedes PbtA y FATE), pero la posibilidad de sorprenderme me sigue resultando lo más atractivo de jugar al rol.

Ojo, también ocurre al dirigir aventuras publicadas, te puedes sorprender con las acciones de tus jugadores, o puede pasar cuando lees la aventura por primera vez. Lo que pasa es que al jugar con oráculos, tablas o simplemente tomando lo que los jugadores aportan, todo se veinte con mayor intensidad, más natural en cierto sentido.


Muchos me dirán que el término medio es lo mejor, algo preparado y parte dejada al azar o al aporte de los jugadores. Sí, es verdad, pero no me nieguen que siempre una partida de ese estilo termina decantando para uno de esos dos extremos. O dejas que ese 70% de lo preparado quede para ser reciclado y le sigues la corriente a la mesa. O puedes quedarte guiando todo para que salga como estaba pensado en un principio, “engañando” a los jugadores haciéndoles pensar que tienen poder en las decisiones que toman. Como dice un viejo y querido jugador, “las partidas al estilo Schrödinger”, que en el fondo son las viejas lineales enmascaradas de sandbox.

Pero por ahora, me atrevo a decir que el formato libre (si quieres llamarlo improvisado no me molesto) es el favorito. En donde el peso de la narrativa está repartido en todos así como la posibilidad de sorpresa. Hay un no sé qué, al correr una partida sin limitaciones, es como si el bestiario fuera un delicioso menú y te dejan comer lo que quieras. Que esas tablas de PNJ genéricos son entidades extraplanares esperando ser invocadas para llevar a la vida un nombre aleatorio que se te acaba de ocurrir. Que todo comentario que hacen tus jugadores puede ser una posibilidad de oro a ser explotada ahora o más adelante.

Y sí, ahora lo digo, leer y correr una aventura es más trabajo que jugar en formato libre. Admiro a todos esos directores que estudian y aplican una campaña comprada. Mis respetos desde lo más profundo del corazón, es admirable.

Sin duda que una aventura es una herramienta necesaria, más para iniciar en una ambientación específica, en donde se expliciten elementos característicos de la experiencia que definen el tono y el modo de juego. Pero que probablemente, cuando la mesa sepa de qué va la cosa, no sean necesarias.

Bueno, la ansiedad y el temblor en mis manos disminuye. Hora de ponerme a leer cómo sigue la campaña. Dije que tengo más preferencias por una pero no niego que disfruto como nunca leyendo la aventura.


 Admítelo, puedes pasar horas pensando en las infinitas posibilidades.





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