
El rol del director de juego está sobrevalorado.
Preparar partidas no es una tarea desagradable, sino todo lo contrario.
No me vendan eso de que el director tiene que dedicar tiempo extra preparando la sesión como si fuera un castigo. Existe un placer particular, en organizar las probables situaciones que se pueden desencadenar en una partida, de seleccionar personajes no jugadores, de modificar poderes y habilidades para reflejar eso que buscamos en nuestros villanos, de tomar una imagen o música y plasmarla en la futura historia.
El preparar una partida es gratificante y divertido, una experiencia creativa que nos permite plantear las bases de una historia, que otorga al director momentos de diversión previos a la partida, con el plus de es un trabajo que en menor o mayor grado será aprovechado por todos los miembros de la mesa.
Obligaciones, pero acompañadas de poder.
El director debe mediar, pero tiene la última palabra, ventaja que en una discusión todo participante quiere tener. El poder da obligaciones, pero no olvidemos lo importante, se tiene la capacidad de resolver o solucionar cosas en base al criterio que nosotros consideramos correcto.

Exigencias y responsabilidades, de algo que nos gusta hacer.
El director debe leer todas las reglas del sistema, claro que si, pero ¿acaso conocer las reglas no nos facilita el desarrollo de infinidad de situaciones? ¿no es el director el que elige el sistema para correr su aventura? ¿conocer más reglas no nos da más recursos para desarrollar historias de forma adecuada? ¿no es una ventaja si vamos a participar como jugadores más adelante? ¿no es placentero conocer las mecánicas y sentirse seguro? ¿acaso no es la gracia de jugar al rol el manejar reglas y por eso decidimos rolear en lugar de hacer teatro improvisado?
Entonces no me vengan con que es algo feo, sino todo lo contrario, el "estar obligado" es simplemente una escusa más para conocer en profundidad un tipo de juego que nos gusta.
Otra de las cosas que suelo escuchar es que el director no puede "jugar" debido a su rol. Pero seamos honestos y no nos mintamos, es el que más juega. Puede interpretar decena de personajes, usar mecánicas que no son accesibles por los jugadores y ser partícipe en todas las escenas.
Mérito mal adjudicado.
Suelo observar en muchos sitios que la culpa del fracaso o éxito de la partida es responsabilidad del director, lamento decir que esa es una de las ideas más equivocadas que tenemos los roleros.
Si preparas la mejor partidas de todas y el grupo de jugadores no la disfruta o aprovecha, la cosa no funcionará. Así como puede pasar que la partida sea dinámica y emocionante solo a partir de las intervenciones y aportes de los jugadores, mientras que nosotros como director solo hemos dicho tres palabras al iniciar la partida y nada más, ni imágenes, ni descripciones,ni siquiera un mísero mapa dibujado así nomás.
El éxito y fracaso de la sesión recae en todos los miembros de la mesa, el director debe poner tanto como los jugadores para que sea una sesión entretenida y que colme las expectativas de todos. Por esta razón no debemos colocar un peso sobre el director que puede o por un lado ejercer presión innecesaria o por el otro negar a los jugadores un mérito que también les corresponde.
Necesario, pero como todos los demás.
Su presencia en una partida es imprescindible en la mayoría de los juegos de rol, es verdad, así como es necesario la existencia de al menos un jugador en la misma. Tenemos la costumbre de adjudicarle más importancia a éste rol, cuando en realidad lo que debemos reconocer es que tiene diferentes funciones en el juego y que a nivel de importancia es igual que los jugadores o las reglas mismas.
Es muy divertido, a veces más que siendo jugador.
Y el secreto más grande guardado por todos, dirigir es extremadamente divertido. Antes, durante y al finalizar la partida, incluso algunos deciden ser únicamente directores y por años no han sido jugadores en otras partidas. Todos los puntos nombrados anteriormente se suman para hacer una experiencia única donde se obtiene libertad, poder y satisfacción en un único paquete.
Puede que algunos juegos te limiten la creación de ese personaje que quieres jugar, o que las reglas te obstruyan la narración, pero si eres director, incluso en esos sistemas tan limitantes, tienes esas la posibilidad de narrar lo que quieres sin tantos obstáculos.
A mí me obligaron.
Alguno dirá que le tocó dirigir por obligación, he estado en ese lugar, pero cuando lo hice me di cuenta que las pocas cosas negativas que encontré ni se comparaban con las positivas. Sumando a que cuando me tocó jugar nuevamente, manejaba mejor las reglas y el trasfondo, haciendo que disfrutara más de la partida.
A veces no encuentras director para ese juegazo que al que le tienes ganas, y no te queda otra que leer y dirigir, pero nada de quejarse, estás jugando a eso que tanto querías, creas las bases de las historias, disfrutas conociendo personajes creados por tus compañeros de mesa e incluso te puedes armar varios tuyos para una sesión. No es válido quejarse ¿verdad?
Resumiendo, ser director está genial, no es un sacrificio. Los jugadores son tan importantes como el director, nada de ponerlo allá arriba. Preparar partidas es algo que se disfruta no solamente en el juego, sino antes y después de éste. Así que a los viejos masters nada de quejarse y a los novatos a animarse, que está buenísimo.
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